miércoles, 26 de enero de 2011

La tierra arde bajo mis pies

La autocombustión del subsuelo puede parecer un fenómeno relativamente comprensible si te lo explican especialistas como lo hacían en la entrada anterior. A mí, de niño, me parecía un bulo absurdo contado por los “carcamales” de mis tíos, padres y abuelos, que solo pretendían asustarme para que no me fuera muy lejos con la bicicleta.

Un niño no suele prestar mucha atención a los carteles. Además, “autocombustión” y “turbera” son palabras que suenan bastante raro. Pero aunque se entendieran, ¿quién fue el lelo en poner ese cartel ahí? ¿Qué iba a arder, si sólo hay tierra seca rojiza y un camino flanqueado por cardos? Nunca llegué a imaginar que muchos de los caminos por los que echaba mis carreras veraniegas habían sido, no hace mucho, zonas inundadas. Ni que, aunque yo no lo veía, debajo de mis pies el carbón se consumía.

Ha pasado ya tiempo desde que ocurriera aquello. No recuerdo haber visto humo en al menos 10 o 15 años. Supongo que ya no queda turba por arder en los cauces y lo siguiente ya son solo Las Tablas. ¿Arderán o acabarán siendo un desierto de cenizas como este?


Pocos meses antes de que comenzaran los famosos incendios, decidí ir dar una vuelta por una zona de antiguo encharcamiento, la del Ojo del Sordico. La verdad, no sé si fue muy buena idea: he oído historias francamente dramáticas sobre hundimientos de terreno en zonas de incendio subterráneo y, de hecho, el pasado verano aparecieron agujeros enormes por la zona. Por lo menos quedaron este par de recuerdos de este lugar francamente hostil.
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1 comentario:

Teresita dijo...

Me encantan las fotos jajaj como posamos lur y yo eh? xD