Durante muchos años, he oído que las Lagunas de Ruidera son el nacimiento original del río Guadiana. Uno, claro, se cree lo que le dicen.
Tras Las Lagunas, el agua bajaba hasta Argamasilla de Alba y se perdía bajo la tierra y aparecía varios kilómetros al oeste en Los Ojos del Guadiana bla, bla, blabla… (El discurso ya cansa). También que fue la presa de Peñarroya la causante de todos los males que hoy afligen a La Mancha Húmeda.
Hoy, en febrero de 2010, dicen que Peñarroya suelta agua sin parar. Me imagino, entonces, que de una vez por todas podré ver aquél fenómeno espectacular en el que la tierra se trague toda esa agua
. Y para eso, entre tanta información confusa, lo único que se me ocurre es coger el río desde su cabecera, y no soltarlo hasta que lo vea morir. Así empieza otra de las guerras contra los Cuentos del Guadiana.
Me llaman la atención dos cosas mientras bajo hacia Argamasilla de Alba, ya dejando atrás Peñarroya. Por un lado, el paisaje es algo más escarpado y parece natural que el río tome formas más concretas que las que pueda tomar en plena llanura; sin embargo, el cauce del río parece demasiado perfecto. Por otro lado, aparecen varias construcciones de canalización a ambos lados del río.
Estas acequias, supe más tarde, guardan los mayores secretos de el "Guadiana".
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