viernes, 7 de enero de 2011

Caza cauces

Cuando uno echa a andar en búsqueda del antiguo curso del río, una de las primeras pistas que ayudan a identificarlo es el color de la tierra, que hoy todavía conserva rasgos del paso de agua. En épocas de lluvia, una tierra oscura, casi negra, ocupa las zonas más bajas antiguamente inundadas, en contraste con una tierra más clara y rojiza que se sitúa en las zonas altas y tradicionalmente secas; en verano e incluso en los inviernos más secos, el binomio se vuelve a veces gris y amarillo.


Seguimos en la zona del Sordico.

La diferencia de color suele ser fácilmente apreciable en una línea recta, casi perfecta, que divide ambos tonos. Sorprende el hecho porque esto sugiere que a lo largo de años y siglos de historia de estos ríos manchegos..., sólo ha habido un único nivel del agua. Y por tanto, también sugiere que el proceso de secado total de los ríos fue extraordinariamente rápido. Tanto, que no dejó huellas a su paso.

Cuentan los mayores que, una vez seco el río, de la zona salían camiones y camiones con toneladas de esta tierra negra, turba, hacia los jardines de la Sierra de Madrid. Allí, por lo visto, se vendía muy bien.

Cabrea oír cosas así. Y ver otras como esta.


La gran parte de los terrenos visitados que parecen ser antiguo cauce, bien están explotados agrícolamente, bien parecen haberlo estado. Digo que cabrea ver cosas así porque parece que estos manchegos no respeten ni a sus propios muertos: ¿se da tan por perdido el tema del agua del Guadiana que optan por olvidar?

Por lo visto, las cosas no van exactamente en este orden. Un plan de encauzamiento del Guadiana Alto que comenzó en los años 60 (aún no puedo hacer referencia a fuentes fiables), cuando todavía se veía agua ahí abajo, pretendía reunir las aguas de este anchísimo río (en la foto no se aprecia el ancho total: tras la caseta, el río también corría) en un cauce artificial estrecho y profundo, de manera que las tierras colindantes al río se desecaran y sus propietarios pudieran aprovecharlas para la agricultura.

¿Aún más cabreado? Bueno… Sigamos el camino.

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