De Los Ojos a Zuacorta: presas y molinos

(Para orientarte, puedes consultar el mapa de la ruta que seguí).

Dejamos la zona de Los Ojos y ponemos rumbo hacia el oeste, dirección Las Tablas de Daimiel. Al salir del meandro de Los Ojos, el terreno se aplana, la vista se expande y se descubre el antiguo cauce, enorme, mucho más grande de lo que cabía esperar. Tan ancho, que se pierden las referencias y cuesta trabajo saber si uno va en línea recta o si zigzaguea de un lado a otro de los “presuntos” márgenes del río. Cuesta imaginarse todo esto lleno de agua.

Este tramo parece ser uno de los más “vírgenes” de todo el recorrido. No se aprecian obras de excavación del cauce y la explotación agrícola no parece muy agresiva. Sí llaman la atención una serie de muros, hoy ya en ruinas, construidos transversalmente al curso del río. Podrían tratarse de puentes, presillas, molinos…


Dada la anchura del cauce (que a veces supera el kilómetro), cabe pensar que se trata de antiguos muros de contención con una única escapatoria en la que habría un molino que aprovecharía la fuerza del paso del agua. Teniendo en cuenta el poco desnivel del terreno, es posible que la velocidad natural de la corriente no fuera suficiente para mover el molino y, por eso, fueran necesarios estos muros.

También cabe la posibilidad de que fueran puentes, aunque parece poco probable que se quisiera cruzar el río en una zona tan ancha. El primero de los muros después de Los Ojos podría ser uno de éstos (se cuenta incluso que podría ser romano), pero los demás se encuentran en zonas demasiado extensas y la obra no tendría sentido.

Existen otros más pequeños que, me temo, servían para impedir que el agua empantanara zonas que se querían utilizar para cultivo. Parece, entonces, que la acción del hombre sobre esta masa de agua tan enorme pero maleable, no es cosa solo de las últimas décadas.

Marea mirar de un lado a otro e imaginar todo aquello lleno de agua.
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