miércoles, 2 de febrero de 2011

Llega el agua: expectación

Para el Año Nuevo de 2010, la ilusión por la llegada del agua era contagiosa. Cuando empezaron a aparecer noticias de que el Azuer y el Cigüela iban cargados hacia Las Tablas, nadie hablaba de otra cosa. Cada metro que avanzaba el agua era la comidilla de los pueblos y en cada puente que cruzaba, esperaban ansiosos un montón de espectadores.


Estamos en un antiguo sumidero que se formó durante las lluvias del ’96 (las últimas gracias a las cuales recuerdo haber visto agua en el Azuer), junto al puente del El Nuevo, un par de kilómetros después de la desembocadura del Azuer en el Guadiana. Aquí se filtró mucha agua durante aquella época y hoy se espera que el río llegue aquí.

Supongo que hay que comprender la euforia de personas que, igual que yo, han oído tantos y tantos mitos sobre las aguas manchegas. O simplemente la euforia de aquellos que apenas han visto un par de veces agua por estos ríos. Sí, lo entiendo, pero no por ello las escenas dejan de ser bastante patéticas: he visto correr más agua en riachuelos de camino al desierto del Sahara y nadie se sorprendía de ello.

¿De verdad que este “chorrillo” merece tanta expectación?


Pues debemos suponer que sí. Aquí se prometieron grandes fortunas cuando se empezaron a explotar las vegas del Guadiana décadas atrás, pero de aquel dorado poco se ha visto por la zona. El orgullo y referencia de hoy, son Las Tablas de Daimiel y estas lluvias las salvaban aunque fuera por unos años más.


Queda aún mucho camino por andar, muchos sumideros que salvar, mucho acuífero que rellenar. Esperemos que aguanten las lluvias y el agua siga adelante. Ojalá y no supiéramos de antemano que esto es una ilusión temporal.
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