Caminando desde Los Ojos del Guadiana hasta las Tablas de Daimiel, han caído algunos de aquellos mitos de gigantes y dragones; otros se han hecho aún más grandes. He empezado a entender qué era eso del suelo en llamas, de fincas enteras tragadas por la tierra, de ríos que iban en contra dirección… He podido vislumbrar el tamaño imponente de aquel Guadiana y el modo en que éste jugueteaba con el terreno. Pero siguen faltando datos.
¿Qué es lo que ha pasado con el agua? ¿Por qué llega en superficie y no aparece también por Los Ojos? ¿Qué lo impide? ¿Podrá volver a brotar? ¿Qué hay de cierto de aquel río subterráneo que corría kilómetros bajo el campo de San Juan?
Los mitos del Guadiana se expanden en el tiempo y el espacio, las respuestas parecen estar más al este. En Argamasilla de Alba, a unos 40 km de Los Ojos, se cuenta que la tierra se tragaba el caudal entero del agua que bajaba desde Ruidera. También dicen que el pantano de Peñarroya está sellado con hormigón para que no se filtre el agua, y que es éste el causante de que no llegue agua a Acuífero 23 y, por tanto, que a Los Ojos.
Pero estamos ya casi en febrero de 2010 y las noticias dicen que Peñarroya desembalsa agua a ritmos asombrosos desde hace ya más de un mes… ¿entonces qué pasa con toda este agua? De nuevo aparecen mil leyendas en mil bocas que explican el fenómeno cada una a su manera. Está claro: hay que volver a empezar, ponerse las botas y remontar el río.
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